10 herramientas para el control de la ira - somoscoaching.com
29 junio 2023

El control de la ira no siempre es sencillo. Cuando algo nos enfada sobremanera, es esta emoción la que toma el control de nuestra mente, por lo que nuestro cerebro tomará decisiones basándose en la ya citada emoción.

Sea como fuere, hay herramientas de sobra que nos ayudan a mantener un mejor control de la ira. En cualquier caso, queremos que sepas en qué consiste dicha emoción y por qué es hasta útil en ciertos momentos.

Las emociones humanas

Antes de empezar de lleno con la ira, ¿sabes reconocer las emociones humanas? Y es que, cuando nos enfadamos tanto que nos cuesta controlarnos, nos estamos dejando llevar por una de estas emociones.

Según el profesional y el estudio, podemos identificar entre 4 y 6 emociones humanas básicas. Una de ellas es la ira, pero hay otras como la alegría, el asco, la tristeza, el miedo…

A partir de ahí, se forman todos los matices que sufrimos cuando nos sentimos enojados, divertidos, etc.

Estas emociones son, en realidad, reacciones psicofísicas que representan métodos que utilizamos los seres humanos para adaptarnos al percibir algún tipo de evento, ya sea un suceso, un recuerdo, un lugar, una persona, un objeto…

Actualmente, el ser humano ha adaptado de forma notable el entorno para que sea más seguro. Antaño, nuestros antepasados no disfrutaban de tantas comodidades como nosotros. Por eso, estas emociones eran incluso más importantes para su supervivencia.

El miedo, por ejemplo, nos permite ser más prudentes antes un evento que podamos intuir como peligroso.

Si quieres saber más sobre las emociones, puedes investigar o bien ver una película de Disney muy divertida que las marca de forma notable. Se trata de Del Revés y te hará pasar un buen rato a la vez que facilita que te conozcas más y mejor.

La emoción de la ira

La ira es una de las emociones primarias de los humanos, como ya hemos comentado. La misma se refiere al estado emocional que se caracteriza por fuertes sentimientos de enfado, aunque la intensidad puede ser variable.

La ira podría aparecer por sucesos externos, es decir, algo que ocurre a nuestro alrededor. Pero también podría presentarse por culpa de procesos internos.

Pensemos, por ejemplo, que somos personas amantes de la justicia y vemos una injusticia cerca. Imagina que una persona está tratando mal a un anciano. Puedes sentir ira en tu interior, lo que te obliga a actuar.

También podría darse el caso de que pensemos en algo que nos sucedió tiempo atrás, quizás algún compañero de trabajo nos hizo una jugarreta y nos dejó su tarea pendiente, a lo que sumamos la nuestra. Esta situación igualmente podría provocar el sentimiento de la ira cada vez que la recordemos, por ejemplo.

Sea como fuere, la ira per se no es mala. De hecho, como cualquier emoción, es necesaria y adaptativa. En un momento dado, nos puede ayudar a sobreponernos, a mejorar y a impedir que las circunstancias nos superen.

Eso sí, no podemos permitir que sea siempre la ira la que marque nuestro devenir y nuestra forma de actuar, de comunicar, de comportarnos, etc. Tampoco podemos dejar que sean las emociones las que marquen nuestra forma de ser siempre. Es decir, hay que saber gestionar, controlar, etc.

Control emocional y control de la ira

Un buen control emocional nos permitirá actuar con mayor objetividad. Así pues, lo primero que hemos de saber es cómo identificamos dichas emociones. Si no sabemos con exactitud qué sentimos, no podemos comprender qué nos ocurre, por lo que nada podremos controlar.

Así pues, una recomendación primera que te podemos ir dando ya es que aprendas a conocer mucho mejor tus emociones. Ser capaz de identificar cómo te sientes en cada momento es también conocerse mejor, y eso siempre es positivo, pues nos será más sencillo descubrir nuestros anhelos, nuestras necesidades reales. También es útil para entendernos mejor, para potenciar nuestro talento, para reforzar aquello que tenemos de positivo, así como para reducir nuestras debilidades y flaquezas minimizándolas y trabajando sobre ellas para mejorarlas.

Por todo ello, controlar las emociones sirve para controlar el temperamento y para impedir que sean nuestro yo emocional el que decida por nosotros, y no nuestro yo racional y objetivo.

El control de la ira

Aquí nos interesa, en concreto, el aprendizaje del control de la ira, es decir, el desafío de controlar un temperamento fuerte. Para ello, existen métodos que van desde la reflexión hasta el trabajo constante en no perder la calma, en tomarse un tiempo antes de reaccionar de forma poco cerebral.

Por desgracia, hay muchas situaciones que pueden provocar que la ira haga acto de presencia en nuestro día a día. El tráfico congestionado, personas que nos hablan mal o nos gritan, situaciones que sentimos que nos superan…

Lidiar con la emoción de la ira no es fácil, sin embargo, también hemos de tener claro que es una emoción como cualquier otra, y que es incluso saludable en un momento dado. Lo que no es bueno es dejar que se explaye hasta el punto de dañar nuestra salud psicológica y física, así como nuestras relaciones sociales y familiares.

En cualquier caso, identificar emociones y gestionarlas de forma correcta implica lidiar con ellas de manera positiva. No olvides que tendrás que convivir con tus emociones toda tu vida. Cuanto más las conozcas, más rápido las reconozcas y mejor las manejes, mejor para ti.

Para que mejores en lo que se refiere a control de la ira, te pedimos, por favor, que anotes estos consejos y los tengas muy en cuenta. Son herramientas estudiadas y se sabe bien que funcionan. Comenzamos.

Piensa antes de hablar

Esta es la herramienta más poderosa que existe, tanto para el control de la ira como para cualquier otro tipo de situación. Hay quien afirma que si lo que vas a decir no mejora el silencio, mejor no lo digas. Este consejo iría más o menos encaminado en esa dirección.

También se habla de reaccionar en caliente. Es decir, si estás enojado o te encuentras en una situación que te enfada, es mejor no hablar, pues a posteriori podríamos lamentar lo que hemos dicho.

Por todo ello, antes de actuar dejándose llevar por la emoción de la ira, es preferible callar, pensar, recapacitar, ordenar los pensamientos, invitar a las personas involucradas a que hagan lo mismo, y charlar más adelante, con el ambiente más frío y con mayor objetividad.

Expresa tu malestar estando en calma

El consejo anterior nos lleva de forma irremisible a este. Cuando estés en calma y hayas reflexionado largo y tendido, expresa tu frustración. Para ello, y para evitar la generación de confrontación, usemos la asertividad.

La asertividad es la forma en la que hablamos de manera que ni levantamos la voz en exceso, ni tampoco la bajamos. Es decir, usamos un tono aceptable, conversamos con seguridad, explicamos con claridad preocupaciones y comunicamos de manera clara y directa, sin lastimar, sin dejarnos llevar por emociones, controlando todos los factores necesarios para ello.

Haz ejercicio

El deporte y la actividad física son herramientas brillantes y necesarias para el adecuado control de la ira. Por eso, si reduces el estrés por medio del ejercicio, será más difícil que la ira controle tu cerebro y tome el mando de las operaciones.

El ejercicio siempre ha sido una de las mejores prácticas para vivir mejor. Es bueno para la salud física, pero también para la salud mental. Así que, aunque sean diez minutos tres tardes por semana, por ejemplo, haz algo de ejercicio, ya sea caminar a buen ritmo, correr, gimnasio… Mejorará, reducirá tu estrés y aumentará tu bienestar, por lo que las reacciones iracundas serán mucho menores y menos compulsivas o agresivas.

Toma un descanso

Son muchas las personas que creen que tomar vacaciones o descansos no sirve para nada. No podrían estar más equivocadas. Si no paramos nunca, nuestro cerebro va estando cada vez más estresado, y eso no es bueno para nuestro control adecuado de las emociones.

La tranquilidad y el tiempo libre siempre ayudan a calmar el cerebro, a rebajar la intensidad de las emociones. Por eso se recomiendan los descansos, especialmente si estamos muy irritados o el enojo es muy grande. También en estados de estrés y ansiedad, cuando es más fácil que la ira tome la palabra en nuestra vida.

Busca soluciones

La persona que tiene que buscar soluciones a sus problemas eres tú. Es verdad que puedes pedir ayuda y guía, incluso profesional, pero las decisiones finales de mejora solo las puedes tomar tú.

No obstante, realizar pequeños cambios en tu vida te ayudará a llevar mejor el control de la ira. Piensa, por ejemplo, que un amigo llega tarde siempre que quedáis. Cómo te lo tomes será la clave. Si ves que nunca llega a la hora acordada, retrasa dicha hora, de manera que tú no te tengas que enfadar ni perder tu valioso tiempo. Y así, reacciona con todo aquello que pudiera provocarte accesos de ira.

Usa la declaración en primera persona

A veces, tendemos a buscar culpables, a ver los problemas que nos suceden a nosotros en otras personas. Es algo más común y natural de lo que parece, y, por desgracia, también equivocado en muchos casos.

Sea como fuere, antes de criticar y echar culpas a diestro o siniestro, tratemos de expresarnos con asertividad, sin levantar la voz, sin dañar innecesariamente. Hablemos de nosotros mismos, de lo que nos molesta, de lo que nos está afectando, y hagámoslo con educación, poniendo ejemplos y enarbolando un discurso coherente y comprensible. Así controlaremos mejor la ira. Eso sí, para que salga bien, hay que entrenar y practicar hasta que manejemos este tipo de discursos comunicativos.

Evita el rencor

El rencor, en realidad, solo nos daña a nosotros mismos. Es por eso que, para mantener un adecuado control de la ira, suprimir este dolor que nos persigue es una acción recomendable.

Sabemos que es difícil perdonar, pero no hay que olvidar que es una herramienta de gran poder. Por eso, si sustituimos los sentimientos negativos por los positivos, seguramente iremos notando con el paso de los meses que la amargura que nos corroe por dentro va desapareciendo, y se sustituye por otros sentimientos más positivos que nos ayudan a sentirnos mejor y a controlar mejor los accesos de ira y rabia.

El humor libera tensiones

El sentido del humor también es una herramienta muy potente para liberar tensiones y hacer un mejor control de la ira. Es por ello que, cuando la cosa se ponga caldeada, y siempre que encaje correctamente, podemos poner a prueba nuestro sentido del humor.

Si vemos que algo nos va a enojar, tratemos de buscar una perspectiva humorística y divertida si es posible. Veremos cómo la risa y el sarcasmo quita hierro al asunto y hace que nuestros sentimientos sean más benévolos y menos iracundos.

Practica las técnicas de relajación

La relajación es otra de las grandes herramientas disponibles para mejorar en el control de la ira. Poner música, escribir, ver una película bonita, hacer posturas de yoga, pasear… Cualquier actividad que ayude a estar más tranquilos nos va a ser muy beneficiosa.

Pide ayuda a un coach experto en control de la ira

Muchos coaches se han especializado en control de la ira, así como en control de las emociones. De hecho, todos tienen notables nociones al respecto y te pueden ayudar. Por eso, una opción sana y muy saludable es pedir ayuda experta.

La labor del coaching en el control de la ira

El coaching es una herramienta útil para mejorar en muy diversas facetas de nuestra vida. Por eso, un coach experto nos ayudará a controlar la ira, a detectar nuestras emociones y a actuar en consecuencia.

El coach solo potencia esos talentos que ya tenemos dentro, pero que todavía no conocemos. Así pues, el proceso de coaching es, en realidad, un proceso de autodescubrimiento a través de preguntas y uso de herramientas adecuadas y personalizadas para cada cliente.

Si quieres mejorar en tu control de la ira, recuerda que, en esta plataforma, puedes recibir apoyo de muy diversos coaches expertos que te demostrarán que vales mucho más de lo que crees.

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