Cómo evitar el secuestro emocional - somoscoaching.com
19 mayo 2022

¿Dejas que todo te supere cuando te dan una mala noticia o ves que algo no va bien y no consigues reconducirlo? No te preocupes. En ocasiones, es imposible escapar de una situación de secuestro emocional.

Y es que saber gestionar emociones y conflictos es un tema fundamental en el mundo actual. La vida nos pone siempre por delante barreras y obstáculos que debemos sortear. Eso no quiere decir que sea fácil, pero sí que podemos salir adelante sin perder la sonrisa.

Para superar estos problemas que aparecen en el camino vital de toda persona, conocer las herramientas clave para anteponerse a cualquier inconveniente se antoja un elemento necesario.

Ahí es precisamente donde queremos profundizar con este artículo. En la correcta resolución de conflictos evitando que el secuestro emocional se convierta en una forma de proceder constante y acabe por atribuirse toda nuestra capacidad de reacción e incluso nuestra propia personalidad.

Por tanto, esas pequeñas emociones capaces de llegar a saturarnos pueden ser controladas si sabemos bien cómo hacerlo. Por eso hablaremos de ello, para que sepas en qué consiste este asunto del secuestro emocional y cómo lo evitamos.

Qué es el secuestro emocional

¿Qué entendemos por secuestro emocional? Lo vamos a explicar para que quede claro, pues es importante dentro del mundillo de la gestión de conflictos y la resolución de problemas.

Pensemos en una situación más o menos extrema en la que notamos que emociones desagradables nos invaden por completo, nos inquietan y se apoderan de nuestro cerebro e incluso de nuestro proceder.

Cuando hablamos de emociones desagradables, por lo general nos referimos a algunas como la ira o el miedo, incluso el asco, que son las que gobiernan nuestra forma de actuar y nos sentimos incapaces de escapar de esa espiral.

Es decir, llegamos a un momento en el que las emociones negativas por ciegan y nos conducen a proceder con conductas del todo inadecuadas. Es decir, reaccionamos y cometemos actos que, en cualquier otra circunstancia, serían impensables.

Por lo general, se caracteriza por una reacción más bien desproporcionada, capaz incluso de hacernos perder el control. Es decir, estamos como “idos”, “poseídos” por una rabia o por un miedo incluso irracional del que no podemos escapar fácilmente.

Ese es el momento en el que aparece el secuestro emocional. Nuestro yo más irracional toma el control de nuestro cuerpo, de nuestros actos y de nuestras palabras.

¿Todo el mundo puede ser secuestrado emocionalmente?

Sí, lo cierto es que sí. En algún momento todos hemos sufrido un secuestro emocional. Puede ser en mayor o en menor medida, y también puede ser más o menos frecuente, pero siempre hay alguna ocasión en la que nos dejamos llevar y es la emoción la que toma el poder. 

En ese momento de secuestro, actuar sin pensar, sin que las consecuencias nos importen. Es decir, tan solo nos podemos dejar llevar por un sentimiento muy fuerte que, por lo general, coincide con un momento crítico y complicado de nuestra vida.

Pongamos un ejemplo. Imaginemos que estamos en búsqueda activa de empleo y hemos hecho diez entrevistas de trabajo. Sin embargo, ninguna ha fructificado. ¿Qué ocurre entonces? Puede ser que emociones negativas como la ira o la tristeza se apoderen de nosotros y perdamos el control y manejo de nuestras emociones.

Una situación así viene acompañada de pensamientos también negativos y de distorsiones cognitivas. Por ejemplo, sentimos que no valemos para nada, que jamás encontraremos trabajo, que estamos equivocando el camino elegido o que todos los demás tienen un mejor perfil profesional.

En esos instantes, nuestro cerebro no razona con lógica, pues está estimulado y secuestrado por las emociones, o sea, por el sistema límbico. Es decir, la respuesta es inmediata y mucho más rápida que la de la parte racional, llamada neocórtex.

Podemos decir que entramos en un estado de alerta, por lo que todos los recursos del cerebro son reclutados para hacer frente a la situación. Y todo ello en apenas unos segundos, por lo que la reacción de la corteza prefrontal es inmediata, hecho que provoca que nuestra parte más evaluativa no sea capaz de reflexionar y ser consciente de lo que sucede. Por eso no actuamos de manera racional.

En cualquier caso, llegado el momento, un secuestro emocional puede ser incluso positivo. Ahora bien, más adelante deberemos controlarlo. Pero, por ejemplo, un ataque de risa sería un secuestro de este tipo. Así pues, mejor dejarlo salir, ya que es pura diversión y generaremos químicos del cerebro que nos van a hacer sentir muy bien.

Más adelante, cuando llegue el momento, retomaremos el control y volveremos a gestionar el conflicto. Ahora bien, nosotros debemos ser conscientes de la situación y ver cuándo y cómo dejarse llevar, evitar dicho secuestro o dejarlo salir según las circunstancias.

La gestión del conflicto

Cuando estamos tratando de gestionar un conflicto, ahí sí que es importante saber cómo evitamos que nuestra parte más instintiva tome el control de nuestras acciones.

Es decir, si estamos en pleno proceso de resolución de problemas y nos dejamos secuestrar emocionalmente, no tendremos en control racional de la situación, lo que puede provocar notables contratiempos.

Recordar que, mientras estamos en la situación citada, actuamos de forma impulsiva, poco racional. Sin embargo, la gestión adecuada de un conflicto requiere de todo lo contrario. Si no actuamos con cierta frialdad, y también con notable objetividad, no saldrá nada bueno de la situación.

Tratando con personas que sufren secuestro emocional

Una persona que media en un conflicto y trata con una persona que ha sido secuestrada emocionalmente debe actuar con diligencia. Por ejemplo, rebajando el foco de atención para que el nivel de tensión se vaya diluyendo hasta que sea capaz de razonar y racionalizar todo lo surgido.

Y es que, si se pierde el sentido común, no se puede hablar con dicha persona. No obstante, calmarla no siempre será sencillo. A veces hay que esperar, mantener la calma y evitar que la tensión se eleve en exceso.

Qué hacer si somos nosotros los secuestrados

¿Qué hacemos si somos nosotros mismos quienes hemos sido secuestrados emocionalmente? Aquí es mucho más difícil actuar, ya que estamos siendo invadidos por la parte más irracional de nuestro cerebro.

Así pues, se dice técnica del semáforo la que hemos de seguir cuando consideramos que esta situación se apodera de nosotros:

  • Detenerse: es el color rojo. Nos paramos y tratamos de pensar controlando los impulsos para evitar dichas reacciones que no controlamos.
  • Calmarse: antes de actuar, hay que pensar, lo que sería el color amarillo. Es decir, dominar las emociones que empiezan a apoderarse de nosotros y a ser las controladoras de nuestro cerebro.
  • Explorar: finalmente, toca explorar, lo que consideramos color verde. Es decir, buscamos alternativas y escogemos las maneras racionales de actuar sin que sean las emociones las que nos manejen.

Las consecuencias

Hay quien considera que esta situación se puede llamar secuestro amigdalar, aunque no es común ver esta acepción. En cualquier caso, las consecuencias sí que suelen ser las mismas cuando se sufre.

  • No se piensa con claridad: o sea, no existe racionalidad posible mientras dure.
  • Se pierde la capacidad de concentración, pues este secuestro nos impide que pensemos en nada.
  • No podremos aprender nada nuevo, ya que nuestra racionalidad ha sido apartada y los recursos del cerebro van a la amígdala para que las emociones tomen el control y reaccionen.
  • Perdemos la eficiencia por completo, ya que nos convertimos en marionetas de nuestras emociones que nos manipulan a su antojo sin lógica, sin objetividad y, por supuesto, sin racionalidad.

5 consejos para evitar el secuestro emocional

Con el fin de que aprendamos a evitar el temido secuestro emocional observado desde un punto de vista negativo, vamos a dar algunos consejos útiles para tratar de que no aparezca en ningún momento en el que no sea bienvenido.

Cuestión de prioridades

Imagina que participas en una reunión o en una charla. Como ya imaginarás, tal vez tus propuestas o argumentos no resulten tan interesantes a los demás como te parecen a ti. Tenlo siempre muy presente para que tus emociones no crezcan hasta ser incontrolables.

Mantén siempre la calma y comprende que no todos tenemos los mismos intereses. Si a alguien no le gusta cómo piensas, cómo actúas o cómo te comportas, no te lo tomes a la tremenda ni como algo personal. Tu prioridad eres tú.

Diferencia los hechos de los juicios

Comprende que todo el mundo tiene una opinión, y como tal, suele emitir juicios de valor que en ningún momento tienen que estar asociados a hechos objetivos. Pero estos no nos deberían afectar hasta el punto de dejarnos secuestrar por las emociones.

Es cierto que muchas personas pueden hablar y decir cosas que nos afecten desde un punto de vista personal. Sin embargo, nosotros hemos de mantener la mayor objetividad posible. Si lo que nos dicen no está basado en hechos reales y palpables, conviene impedir que nos afecte de forma excesiva.

Un dicho dice que ‘no ofende quien quiere, sino quien puede’. Tratemos de impedir que nos ofenda cualquier persona, ya sea por motivos malintencionados, o por cualquier otra excusa, para evitar caer en una situación de secuestro emocional.

Separa el problema de la persona

Si tienes un problema, ten en cuenta que no siempre tiene por qué ser personal. A nivel profesional, por ejemplo, pueden surgir conflictos muy diversos. Sin embargo, hemos de ser suficientemente conscientes para entender su naturaleza y, llegado el caso, si es necesario, separar la situación que nos molesta de las personas implicadas, pues no siempre tienen por qué ser las que la provocan.

Es común que personalicemos en los individuos, compañeros, familiares e incluso amigos, cuando surge algún tipo de inconveniente. No obstante, es mejor mantener la cabeza fría y lúcida, sin dejarnos llevar por nuestras emociones. Así encontraremos una mejor solución, y lo lograremos antes de que se enquiste el problema.

Respeto a las opiniones ajenas

Todas las opiniones son respetables, aunque no estemos de acuerdo con ellas. Por tanto, cuando escuchemos algo que no nos guste, conviene mantener la calma y no dejarnos llevar por nuestras reacciones más viscerales.

Además, un mismo estímulo puede actuar de manera diferente en diversas personas. Depende de muchos factores, desde asuntos como la ideología a la cultura, las costumbres y tradiciones, la nacionalidad, etc.

Así pues, y como ya hemos dicho, ajustémonos cuanto sea posible a la mayor objetividad posible, tratemos de entender otros prismas, usemos la empatía y la resiliencia e intentemos comprender que no todo el mundo tiene por qué ver las cosas igual que nosotros. Y, el hecho de que alguien difiera en sus opiniones de las nuestras, no lo hace mejor o peor, solo diferente.

Es decir, desde el respeto, podemos evitar el secuestro emocional, la reacción visceral ante una forma de ver el mundo con la que no estamos de acuerdo, pero que no nos debe sacar de nuestras casillas.

Pensar y repensar antes de hablar

En una reunión, en una charla, en una conversación, en cualquier ámbito, es aconsejable pensar muy bien primero antes de decir nada, sobre todo si vamos a lanzar una acusación, por ejemplo.

En nuestra mano está el convertir cualquier detalle que queramos comentar en una sugerencia, en una propuesta objetiva, en lugar de algo ofensivo, ya sea una acusación o un comentario que pueda herir susceptibilidades.

Por ello conviene analizar correctamente cuanto se vaya a decir, revisando los puntos importantes de nuestra disertación para que no queden dudas de que es algo conveniente que no levantará ampollas y podrá volverse contra nosotros a modo de boomerang.

Aquí te hemos expuesto algunas consignas interesantes para evitar el secuestro emocional. No siempre es posible, pero hemos de ser conscientes de ello y limitarlo en la medida de nuestras posibilidades. De esta forma actuaremos siempre con mayor racionalidad y sabremos ver todo en nuestro entorno con suficiente lucidez.

Recuerda que, para superar este y otros problemas, puedes contar con ayuda. en nuestro listado de coaches que encuentras clicando en este enlace podrás localizar al profesional ideal para ti. Así aprenderás a evitar el secuestro emocional y a vivir con mayor plenitud a todos los niveles, tanto familiar como personal y profesionalmente.

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