Conocer bien al equipo y a los compañeros de trabajo, ser capaz de ponerse en el lugar de otro, actuar de forma responsable respetando a los demás, saber escuchar de manera activa y responsable… Todo ello y mucho más es necesario hoy en día para cualquier ámbito de la vida. Por eso necesitamos ganar empatía, para ser conscientes de que podemos mejorar cualquier aspecto de nuestro mundo cuidando de quienes nos rodean, pues somos seres sociales. Y el coaching, en este caso, será una herramienta ideal y un aliado fiel que te ayudará a crecer como persona y como profesional.
La empatía está considera una habilidad clave para un coach. Pero, a su vez, sucede lo mismo con cualquier profesional y, como hemos dicho, también con cualquier persona.
Se debe a que, gracias al poder de empatizar con los demás, vamos a tener una mejor comunicación y relación con nuestro entorno, pues aumenta el grado de confianza con aquellos individuos que son importantes en nuestro mundo, pero también con cualquier otra persona que se cruce en nuestro camino alguna vez en la vida.
Y es que, la empatía, ya sea tenida en cuenta como herramienta, o bien como competencia o habilidad, es útil para el coach, para el psicólogo, para el médico, para el político o para cualquier figura que imaginemos. Esto significa que la persona empática se esfuerza por comprender a los demás y por crear bases sólidas para una relación más estable y agradable.
Por eso, en un proceso de coaching, pero también en cualquier ámbito, podemos hacer nuestra la definición que hizo de la empatía Daniel Goleman, prestigioso y célebre psicólogo considerado como padre de la inteligencia emocional.
Según Goleman, entendemos la empatía como la habilidad que nos ayuda a conocer mejor las emociones de los demás, por lo que, de esta forma, podremos hacer una mejor gestión de la situación, pues nos permite entender el mundo emocional de todos cuantos nos rodean.
Recordemos que los seres humanos vivimos en sociedad. No somos capaces de sobrevivir en solitario. Así pues, dado que siempre estaremos rodeados de otras personas, incluso aunque no nos relacionemos demasiado, debemos aceptar que entender y respetar a otros es clave.
Puedes imaginarte sin salir nunca de casa. Pero harás compra, contactarás con mensajeros, y así un largo etcétera de ejemplos que podemos poner. En este trato más estrecho, aunque dure unos segundos, has de mantener la comprensión y la empatía con la persona que te presta un servicio o contacta contigo.
Y es que tendemos a juzgar a los demás, a veces, demasiado a la ligera, sin comprender sus verdaderas emociones, sus sentimientos y los motivos que les pueden llevar a pensar o actuar como lo hacen. De ahí que ganar empatía sea tan importante.
Los coachs trabajan muy duro para lograr que sus clientes o coachees ganen en empatía y aprendan a comprender mejor a quienes les rodean.
Así pues, para un coach, la empatía es la herramienta fundamental para conocer bien a su cliente. Una vez están trabajando durante las primeras reuniones para entender qué necesita el coachee, el profesional tendrá que entender las necesidades últimas de la persona que quiere mejorar.
Por tanto, empatizar con el cliente es clave, pues de lo contrario, el coach nunca sabrá entenderlo bien. En cualquier caso, igualmente hará trabajo de ganancia de empatía por parte del coachee, pues lograr que comprenda mejor su entorno le hará más reflexivo, más comprensivo con sus emociones y miedos. Con todo ello se logra que salga de su zona de confort.
Por medio de la escucha activa, el profesional va prestando atención al cliente, permitiendo captar su atención, pero también comprendiéndolo en profundidad.
No olvidemos que una persona que pasa por un proceso de coaching está inmersa en un cambio importante en su vida. Por ello debe entender que muchas de sus creencias más arraigadas van a ser puestas en tela de juicio. Y es que el coach se encarga de guiar al coachee durante un tiempo para que este último deje atrás sus pensamientos limitantes y sea consciente de sus emociones, de sus miedos y de sus verdaderas habilidades.
Dicho esto, ¿te parece si jugamos un poco y hacemos algunos ejercicios para ganar empatía y mejorar en esta habilidad? Toma nota, pues son muy sencillitos.
O sea, no escuches, tan solo fíjate en cómo tu interlocutor trabaja su lenguaje no verbal, sus gestos, sus caras, su movimiento de manos, etc.
Únicamente has de captar el tono de la voz, la costumbre postural y demás, sin prestar atención al mensaje de sus palabras. Con esos silencios, esas pausas y esa forma de comunicar más allá de lo que se diga puedes entender un significado curioso.
Después, construye la historia de la conversación más allá de lo que se haya dicho. Olvida las palabras y básate en lo emocional.
Si no te atreves a hacerlo con una persona, fíjate en alguna escena de una película u obra de teatro, por ejemplo.
Mientras paseas, vas en transporte público o estás de compras, puedes mirar a alguien, cuidando de no molestar, como es lógico, y estudiar cómo se comporta, cómo gesticula, qué hace, qué le interesa, en qué se fija más o menos, etc.
Debemos analizar todo, por ejemplo, qué hace, cómo lo hace, y luego, pensar por qué lo hace. Y es que este ejercicio implica imaginar qué produce la conducta de la persona, qué dificultades puede tener para hacerlo, cómo será su día a día, etc.
Puedes apoyarte en la hoja de las tres columnas. En una apuntas los hechos reales que han sucedido; en otra registras tus propias opiniones; en una tercera imaginas lo que otra persona podría opinar al respecto.
En lugar de ser extremadamente participativos, invitaremos a la otra persona a hablar y conversar con libertad, mostrando interés en lo que nos cuenta, dejando que se abra, animándola a que se sincere con nosotros.
Por nuestra parte, apostaremos por preguntas escuetas que permitan que nos cuenten cosas interesantes. Mientras tanto, estudiaremos su lenguaje no verbal, su cercanía y su forma de reaccionar a nuestra propuesta.
Recordemos que preguntar es importante en toda comunicación interpersonal. Así hacemos sentir a la otra persona importante, valorada, pues demostramos que respetamos sus ideas y valoramos lo que dice.
Puede ser un ejercicio difícil para muchas personas. En cualquier caso, es útil para lograr que el otro individuo se abra y se sienta valorado. Por ello, evitaremos exponer elecciones, dar lecciones y consejos y hacer que sabemos lo que le sucede a nuestro interlocutor.
Para poner en práctica este ejercicio para ganar empatía debes centrarte en lo que la otra persona siente o cree. Deja de lado durante un momento lo que tú piensas.
Evita usar fórmulas como “ya te avisé” o “yo sabía que esto pasaría” y pon en práctica otras como “dime lo que sientes” o “sincérate y habla rejaladamente, este es un espacio seguro”.
Antes, recoge emociones que te vayas encontrando. Después, devuélvelas reformuladas para conectar con la otra persona.
Para poner en práctica este ejercicio podemos apostar por diversas fórmulas. Por ejemplo, reformulando mensajes que permitan conectar con las emociones de otras personas.
Vamos con más ejemplos. Imagina que una persona te dice que está preocupada por cómo se está comportando su pareja. Tú puedes comentarle “de modo que te preocupa cómo se comporta tu persona amada, ¿verdad?”.
En cualquier caso, también podrías apostar por confrontar con ella, pero no de forma negativa. Tomando de nuevo el caso anterior, puedes comentar algo como: “Te entiendo y me hago cargo de tu situación, pero recuerda cómo te sientes cuando estás con esa persona”. Así la enfrentas a su situación y a las posibles incongruencias que pudiera haber en su pensamiento.
Si te cuesta usar la empatía, practica esta técnica durante no menos de 15 minutos diarios. Busca una intención positiva en toda conducta y acción que lleven a cabo otras personas y, por complejo que te resulte, trata de comportarte de forma comprensiva, evitando generar rechazo, haciendo cuanto esté en tu mano por entender a los demás.
Este método se basa en la conocida como PNL, Programación Neurolingüística. Según sus preceptos y principios, cada persona podrá comportarse de forma óptima en la medida en que tenga más o menos información respecto al otro individuo.
Es decir, podremos ayudar más a alguien de quien conocemos sus valores, su realidad, sus creencias, si situación vital, sus principios, su nivel educativo, sus hábitos, sus experiencias, etc.
No obstante, no hay que saberlo todo del otro individuo para ser capaces de ponernos en sus zapatos. Una intención positiva en nuestra forma de proceder ya bastará, pues lo importante es buscar la intención agradable y hacerle ver a la otra persona que le deseamos lo mejor y estamos ahí para echar una mano siempre que sea necesario.
Vamos a dedicar un último apartado de nuestro artículo a mostrar cuáles son los principales beneficios que se obtienen al comportarse de forma empática. Toma nota de ellos:
Las personas con alta empatía tienen más facilidad para conectar con los demás. Además, se sienten cómodos y hacen sentir bien a quienes le rodean. Son fuertes en las relaciones interpersonales, pues las hacen muy sencillas.
Las personas empáticas suelen ser más objetivas y tratan a los demás con mayor justicia. Se impregnan de la emoción ajena para ser ecuánimes y superar los prejuicios aparentes. Logran una comprensión notable con perspectiva integral.
Su comprensión de los individuos les hace ser más respetados y respetables, y a su vez también más respetuosos con los demás. Pueden exponer sus puntos de vista de forma lógica, pero sin generar excesivas tensiones.
Una persona con elevada empatía tiene más autoestima por sí misma, lo que se convierte en un gran reforzador personal. Este ejercicio permite enriquecerse a través de la comprensión ajena, logrando obtener perspectivas diferentes de un mismo asunto.
Las personas con alta empatía suelen ser más generosas en el esfuerzo, buenas en el trabajo en grupo y muy colaborativas. Ello es marca de éxito, pues son catalizadores brillantes para influir en los demás. También para alcanzar los objetivos a través de técnicas más creativas.
Sus relaciones y sus vínculos son tan fuertes que gozan siempre de buena salud y se alargan en el tiempo. Y es que, tus amigos y, en general, tus conocidos, se sienten comprendidos y aceptados, por lo que se crea un ambiente de confianza y amistad excelente.
Además, desde un punto de vista más bien profesional, es útil para sellar alianzas que aportan valor añadido y que se pueden alargar en el tiempo a corto, medio y largo plazo.
Además, nos convierte en personas más constructivas, altamente valiosas, muy creativas, que abandonan la violencia y la agresividad. Pasan a convertirse en seres queridos, comprensivos, que obvian la beligerancia para buscar siempre soluciones pacíficas que construyan relaciones con verdadero valor para todos.
Si quieres recibir ayuda para ganar empatía y que puedas ser una persona más productiva en todos los ámbitos de tu vida, no dudes en contar con un buen servicio de coaching.
Aquí puedes encontrar una enorme plataforma repleta de profesionales que te pueden ayudar. Con el coach, tú encontrarás por tus propios medios todo ese potencial oculto que hay dentro de ti pero que desconoces y no sabes cómo hacerlo aflorar. Estos guías expertos te ayudan a ganar empatía y ser la persona que puedes llegar a ser, aunque todavía no sabes que eres.
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