Cómo hablar en público sin miedo - somoscoaching.com
31 marzo 2022

Hablar en público sin miedo no es sencillo… Al principio. Como todo, la experiencia será algo importante en este aspecto. Una vez lo hayas hecho varias veces y sepas que manejas los tiempos, estilos y narrativas, tal vez te parezca simple. Ahora bien, nunca hay que perder el enfoque, ni dejar que se escape ese gusanillo que guardamos siempre en el estómago cuando nos enfrentamos a una labor ardua pero apasionante.

Aprende a hablar en público sin miedo

A continuación, queremos dar varias claves, consejos e información de valor para aquellas personas que tengan que hablar en público y no sepan cómo hacerlo. Sea como fuere, estos detalles también serán útiles para individuos que desean mejorar sus técnicas y controlar los tempos del discurso.

En cualquier caso, el primer consejo que te podemos dar, nosotros y cualquier otro profesional, es el de la experiencia. Es decir, practica, practica y vuelve a practicar. Evita tener miedo, considera que te vas a equivocar, pero no hagas de eso virtud. Aprende de tus errores y no te canses de atreverte a hablar en público y de ir mejorando hasta que domines todas las vertientes. Es así de sencillo.

Ahora bien, como se dice de forma popular, la fuerza sin control no suele ser útil. Es decir, a la vez que practicas, debes ir poniendo en juego conocimientos, mejoras y técnicas que te ayuden a moldear tu propio estilo.

Y así es como ganarás en autoconfianza, y también es así cómo descubrirás que esta puede ser una actividad muy divertida, en la que no has de temer nada. Poco a poco, con seguridad, con valor y sabiendo que eres una persona muy válida, vas a encontrar tu propia voz y, lo que es mejor, se la vas a poder trasladar a los demás para que aprendan lo mucho bueno que puedes aportarles.

Las habilidades personales necesarias para hablar en público

Todos tenemos habilidades personales. Si bien unas están más desarrolladas que otras, es algo que se puede trabajar y mejorar, y no es difícil. Por eso, para hablar en público sin miedo y de forma segura, necesitaríamos las siguientes:

Autoconocimiento

Un buen orador se conoce bien a sí mismo. Sabe construir su discurso propio, adaptado a su estilo, a sus conocimientos y a su forma de ser. Maneja la oratoria y la retórica con maestría.

¿Y tú, conoces bien tus fortalezas? Solo así podrás adaptar las técnicas más adecuadas a tu estilo personal, a tus habilidades más potentes.

Estilo propio

Como bien decimos, todo orador debe tener su propio estilo. Este es un punto fuerte, pues es el que nos va a diferenciar de otros conferenciantes. Así pues, descubre quién eres y plásmalo en un sello que no tenga nadie más que tú. Eso definirá tu identidad.

Mucho ojo, pues un estilo propio no tiene por qué ser algo bueno. El nerviosismo o las dudas al hablar, por ejemplo, también pueden formar parte del estilo de un orador, y no precisamente como algo positivo.

Así pues, trabaja mucho tu estilo y la pulcritud de tu discurso para que tus oyentes te identifiquen por lo positivo, no por lo negativo. Mira los mejores, toma los elementos que consideres y forma tu propio yo.

Pasión

Siempre que hacemos algo, conviene que pongamos pasión en ello. Eso significa que lo disfrutamos, que nos gusta, que lo hacemos nuestro, y que nos ayuda a poner todo en perspectiva.

Si te gusta hablar en público, será algo que trascienda al público, que te escuchará con verdadera fruición.

Inventiva

A veces hay que inventar, ser originales y, llegado el momento, tener la capacidad de reaccionar a diversas situaciones adversas si fuese necesario.

Pero, más allá de eso, hay que crear un discurso propio, con una presentación personalizada, con capacidad para exponer ideas de forma clara, pero que conciten interés por parte del público.

Conexión

Y, precisamente si hablamos de público, aquí entra en juego la siguiente de las habilidades que hemos de procurar tener. Hay que conectar con nuestros oyentes. Si creamos vínculos con la audiencia, disfrutará más de lo que tengamos que contar.

Claridad

Hemos de mostrarnos muy claros en todo momento. Es decir, nuestra capacidad de exponer ideas de forma simple que lleguen al auditorio es vital. Por eso debemos preparar el discurso evitando vaguedades, excesiva especialización en los términos usados y procurando utilizar un lenguaje que huya de confusiones.

Las metáforas y los ejemplos suelen ser vitales en este punto para que el mensaje cale y llegue al espectador. La utilización de frases cortas también es muy útil.

Seguridad

Que el público nos vea actuar con seguridad, descubriendo que, como oradores, sabemos lo que hacemos en todo momento, también es bastante bueno para que nuestro mensaje llegue bien.

Olvídate de los errores, pues todos los cometemos en un momento u otro. Procura solo minimizarlos, y, si aparecen, actúa con seguridad para solventarlos cuanto antes.

Recuerda, además, que no puedes hacer una presentación perfecta por una sencilla razón, como seres humanos, no somos perfectos. Además, habrá siempre muchos elementos que van a variar de un discurso a otro. Por ejemplo, si se hace online o presencial, el tipo de auditorio al que nos dirigimos… Y así con un largo etcétera.

Por tanto, olvídate de la perfección, da lo mejor que tengas y haz un discurso que tu auditorio no olvide jamás, con tranquilidad, divertido, entretenido, interesante y atractivo. No hay mucho más.

Personalidad

Cada persona es un mundo. Y, como tal, tú tendrás tu estilo, diferente del de otros. Pero, además, puede haber individuos que no te crean, a los que no les guste tu mensaje o que hagan críticas destructivas con el único fin de provocar daño.

No olvides que hablar en público o hacer cosas que van destinadas a la ciudadanía o clientela implica que estarás en boca de todos y puede ser criticable. En cualquier caso, debes tener la personalidad suficiente para aprender, mejorar, e impedir que quienes te quieran hacer daño lo consigan. Dice un dicho que “no ofende quien quiere, sino quien puede”. ¡Qué no puedan contigo!

Compromiso

Sin duda, para ser un buen orador hace falta estar comprometido. Tanto con uno mismo como con nuestro público, tendremos que preparar todo con cuidado, con mimo, con esmero, manteniendo altos los niveles de energía y tensión.

Sensibilidad

También para hablar en público sin miedo hace falta una sensibilidad especial. Así no haremos daño ni molestaremos a nadie. Además, es la forma perfecta de crear un discurso accesible, potente, empático, resiliente, que no toque las fibras demasiado sensibles de ningún espectador.

Expresividad

Hace falta, como es lógico, ser expresivos. Debemos recordar que al público no solo le llega lo que decimos, también lo que hacemos, cómo nos comportamos, el tono utilizado, los gestos y movimientos del cuerpo… Por ello hay que trabajar la voz, las inflexiones, el volumen, el uso de las manos mientras hablamos…

Simpatía

Y, por supuesto, hay que sacar a relucir toda nuestra simpatía. Un discurso de una persona que cae bien al espectador siempre llega más y mejor, pues rompe el hielo pronto y provoca cercanía entre auditorio y orador.

Imagen profesional

Cada persona tendrá su propia imagen. Aquí entra todo, desde la ropa que usamos hasta los abalorios y maquillaje si hicieran falta. Y, por supuesto, el cómo nos comportamos, cómo hablamos, las inflexiones de la voz, la sonrisa, la percepción de la audiencia… Todo ello nos otorga un signo distintivo propio y único.

Narrativa

Finalmente, hemos de ser capaces de hilvanar un discurso narrativo con sentido. Hoy en día recibe el nombre de storytelling. Hay que contar una historia, ilustrarla y lograr que llegue al respetable.

¿Qué no hacer al hablar en público?

Además de todo lo dicho, vamos a ver qué no deberías hacer para hablar en público sin miedo y con seguridad. Toma nota:

  1. No digas que te sientes nervioso. Tampoco te disculpes. Ve adelante sin centrar la atención del público en algo negativo.
  2. Evita las frases impositivas. Apuesta por las invitaciones o motivaciones, por ejemplo.
  3. Mantén tus pies separados en paralelo al ancho de los hombros para no denotar inseguridad.
  4. No estés todo el rato moviéndote o caminando sin sentido.
  5. Avanza cuando tengas algo importante que comentar. Eso demuestra intimidad y atrae la atención.
  6. No camines hacia atrás, pues se percibe como que escondes algo.
  7. Evita balancearte a un lado y otro tanto si estás de pie como sentado. Es una distracción innecesaria.
  8. Camina hacia los extremos del escenario y mira a ambos lados para no dejar a nadie excluido o aislado.
  9. No te desconcentres, pues distrae a la audiencia.
  10. No te centres en una única persona del público. Haz contacto visual con tantos asistentes como puedas.
  11. No inventes nada del discurso. Antes de dar una información errónea, mejor no comunicarla.
  12. Gesticula con las manos, pero sin exagerar. Eso sí, evita que estén estáticas todo el rato.
  13. No metas las manos en el bolsillo.
  14. No te des exceso de publicidad. Ve al grano y sintetiza.
  15. Evita agobiarte. Si alguien se va, es problema suyo. Tu sigue tu discurso.

Cómo vencer el miedo a hablar en público

¿Cómo podemos vencer el medio a hablar en público? Con seguridad y confianza. Y, ¿cómo se logra? Siguiendo estos pasos y técnicas que facilitan la labor.

Memorización de conceptos básicos

Empieza por memorizar las claves, las bases de tu discurso. Lo básico jamás se puede ir de tu mente. De lo contrario, podrías entrar en pánico. Así que ten muy afianzados los conocimientos más necesarios.

Autocontrol mental

No es un súper poder. Solo si controlamos nuestra mente controlaremos nuestro nerviosismo. Así que, aunque sintamos algo de vértigo, hemos de saber que es normal, y que se puede superar.

Máxima preparación

Además de memorizar los datos clave del discurso, también hay que preparar la charla lo mejor posible. Hay que idear un hilo conductor, una narración interesante, una historia que genere interés en el público.

Práctica y experiencia

Solo practicando y ganando experiencia podremos alcanzar la maestría en la oratoria. Por eso hemos de exponerlos, incluso entrenar en casa, aunque sea delante de amigos y familiares.

Apóyate en elementos multimedia

Pueden ser muy útiles para apoyar e ilustrar tu discurso. Si es necesario, usa vídeos, diapositivas, incluso música o efectos de vídeo o sonido.

Controla tu respiración

Controla tu respiración en todo momento. Oxigena el cerebro, toma aire, llena tus pulmones y céntrate en los ritmos pausados. Esto te permitirá relajarte y mantener una actitud calmada.

Maneja un vocabulario comprensible

Evita las palabras demasiado complejas y, si has de usar un término específico, explica de forma didáctica qué significa. En cualquier caso, adapta el vocabulario al nivel de tu audiencia.

Controla tu lenguaje no verbal

Buena parte de lo que cuentas no lo dices con palabras, pero sí con gestos, expresiones, movimientos, inflexiones de voz, muletillas, etc. Por eso has de practicar, hasta que consigas que tu lenguaje no verbal comunique lo mismo que tus palabras. Para mejorar, puedes practicar ante un espejo o grabar tus entrenamientos.

Maneja el escenario como si fuera tu feudo

Practica para que aprendas a manejar espacios y escenarios con confianza y seguridad. Hablar en público sin miedo exige moverte de forma cómoda y definida.

Conversaciones previas

Una pequeña comunicación previa con la audiencia también ayudará a evaluar al respetable. Igualmente, vendrá bien para crear un estado adecuado, marcar cercanía y conocer el ánimo de los espectadores.

Comienza fuerte

Una pregunta, una frase de impacto… Es bueno comenzar por todo lo alto para generar expectativa y atraer la atención del público desde el primer instante.

Interactuación constante

Dentro de lo posible, no conviertas tu charla en una masterclass. Es bueno interactuar, permitir que se hagan preguntas y, en definitiva, involucrar de manera activa a los asistentes a tu discurso.

Centra la atención en todo el auditorio

Sea un audiencia pequeña o grande, no te centres en unas pocas personas. Hablar en público es algo que se hace para todos, así que, procura que nadie se quede fuera y que todos tengan su merecido protagonismo.  

Recuerda, además, utilizar el humor en la medida de lo posible, aprovechar la fuerza que los silencios otorgan a las palabras y acabar con alguna frase o contenido que resuene en la mente de tu audiencia. Luego, despídete con educación y agradece la asistencia a tus oyentes.

Hablar en público sin miedo es fácil si sabes cómo. Si te faltan herramientas, recuerda, aquí puedes encontrar un buen número de coachs encantados de echarte una mano para que des el máximo. ¡Te esperamos!

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