Educar niños responsables no solo es posible, es deseable y, más allá de ello, es necesario. No obstante, no siempre sucede, y es que no resulta tan fácil. De ahí que consideremos clave que madres y padres, y también profesores, educadores y adultos en general sepan cómo hacerlo.
Según el psicólogo infantil Rafael Guerrero, aproximadamente el 60% de las madres y los padres no han recibido una educación basada en el apego seguro, el deseable para educar niños, por lo que no son capaces de traspasarlo a los hijos.
Dado que buena parte del aprendizaje de los pequeños se basa en el conocido como aprendizaje vicario, es decir, en repetir patrones y comportamientos de los adultos, observamos que un buen número de chicos van desarrollándose sin saber cómo desempeñar una gestión emocional del todo adecuada.
Por fortuna, disponemos de mucha información, gran número de estudios y procelosa bibliografía que nos enseña las claves de la educación en valores y con apego seguro, evitando situaciones poco deseables de sobreprotección o desapego excesivo, y a ello vamos a continuación. Toma nota.
Vamos a ir viendo ya como podemos educar niños responsables, trabajo que hemos de llevar a cabo desde el primer día de vida del pequeño, pues esta es una labor que no se ha de dejar de lado nunca.
Y es que, como adultos, como padres y como educadores responsables, la formación de los infantes es una tarea natural, que hemos de desarrollar con orgullo e inteligencia siempre.
No nos podemos olvidar jamás que el principal objetivo de la educación es que los chicos desarrollen autonomía propia. De esta manera, a medida que se convierten en adultos, podrán moverse con independencia, logro máximo al que hemos de llegar como personas mayores.
Ahora bien, si al educar logramos que, además de independientes y autónomos, los pequeños sean responsables, tanto mejor, pues habremos obtenido un éxito mayúsculo.
Si queremos educar niños responsables, el primer paso es no tomar todas las decisiones por ellos. ¿Cómo van a ser autosuficientes y autónomos si a cierta edad no son capaces de decidir nada por sí mismos?
Obviamente, como adultos debemos entender qué pueden decidir y qué no según su edad. Pero no hemos de sobreproteger y de hacer todo por ellos con el fin de que no se equivoquen o no se frustren.
A medida que los chicos toman sus propias decisiones, se va forjando su personalidad, sus gustos y sus aprendizajes y experiencias. Sus descubrimientos son necesarios para que, según crecen, no sean dependientes e inseguros, y entiendan que su inteligencia y su instinto son herramientas útiles para avanzar y mejorar.
Así pues, según vayan haciéndose más mayores, dejemos que tomen cada vez más decisiones definiendo sus propias preferencias que, como adultos, hemos de respetar, pues así se forja una personalidad segura y autónoma.
Los padres tenemos mucho miedo a que nuestros hijos se equivoquen, a que cometan errores que puedan provocar frustración y desmotivación. Y, aun así, dichos errores son necesarios, pues son fuentes de aprendizaje clave.
Todo el mundo se equivoca en la vida. Ahora bien, para que los niños sean responsables y aprendan de sus fallos, hemos de trabajar con ellos la resiliencia. Dicho término obedece a la capacidad de volver a su estado natural después de recibir un estímulo. Es decir, tras una equivocación, el ser humano podrá aceptar el error, aprender del mismo y seguir su camino sin que este le influya de forma decisiva en su formación y competencias.
Hay quien dice que cuando enseñamos algo a un niño, este pierde la oportunidad de descubrirlo por sí mismo, y es algo que ya no se podrá repetir. Así que, aunque no haya que dramatizar en exceso en este asunto, sí que conviene recordar la importancia de que los pequeños aprendan por su cuenta, siguiendo el método de ensayo y error. Es un bonito regalo para ellos, pues cada descubrimiento es toda una bonita sorpresa para nuestros hijos e infantes.
Educar niños responsables implica que tienen que tener obligaciones que cumplir. Eso sí, no han de ser excesivas, sobre todo si son demasiado jóvenes, y han de estar adaptadas a su edad.
Sea como fuere, los peques tienen que entender que hay que cosas que harán sí o sí desde niños. Por ejemplo, mantener ordenado su cuarto, guardar sus juguetes, etc.
A medida que crecen, las obligaciones serán mayores, como ayudar a poner y quitar la mesa, hacer su cama, echar una mano en la limpieza de la casa, estudiar…
Tenemos que tener en cuenta que las obligaciones de los niños nunca deben ser excesivas, pues tampoco se trata de que sufran una gran presión. Simplemente que sean responsables.
El término “padre helicóptero” o “madre helicóptero” fue acuñado hace unas décadas por el doctor Haim Ginott cuando escuchó a un adolescente referirse así a su madre, que sobrevolaba por encima de él como si fuera un helicóptero. El éxito fue tal que, desde entonces, muchos psicólogos y profesionales de la educación lo han adoptado.
¿A qué nos referimos con esta fórmula? Como padres y adultos, debemos convivir con los chicos, pero no sobre ellos. Y es que, hoy en día, la sobreprotección es un fenómeno muy extendido y se está convirtiendo en una problemática grave en la educación de los hijos.
Haciendo un mal uso de los consejos sobre educación empática y asertiva, muchos padres organizan las agendas de sus hijos, están constantemente encima de ellos y se preocupan de que no fallen, de que no se frustren y de que sean felices a todas horas.
Como ya hemos dicho, los niños tienen que aprender por su cuenta, descubrir ellos solos, equivocarse, errar, frustrarse en ciertos momentos y aprender a ser resilientes para avanzar y desarrollarse.
Es cierto que no es necesario frustrar a los pequeños de forma innecesaria. También que debemos crear un ambiente feliz y pleno para ellos. Pero, de ahí a que no se puedan frustrar jamás o de que tengan que ser felices las 24 horas del día, o que incluso debemos completar una agenda constante para que no tengan ni un segundo de aburrimiento… Va un trecho, y grande.
Actuemos con naturalidad, dejemos de agobiarlos y disfrutemos de su compañía con sentido común, sin excesos. De lo contrario, la crianza será agotadora, tanto para los chicos como para los padres. Así respetamos su identidad y su desarrollo natural.
Como adultos, educar niños responsables implica que seamos un ejemplo en el que ellos se puedan mirar. No les podemos pedir a los jóvenes que hagan cosas que nosotros no hacemos. Por ejemplo, exigirles que se hagan la cama o arreglen su cuarto no servirá de nada si nosotros no lo hemos hecho antes con el nuestro.
Así podríamos poner muchos ejemplos. Ya hemos comentado que los niños siguen mucho la ley del aprendizaje vicario: es decir, copian a sus mayores y siguen sus conductas. Si insultamos, hablamos mal o decimos tacos delante de ellos de manera constante, ¿cómo les podemos decir que no lo hagan si eso es su día a día y lo ven como un comportamiento normal?
Los límites son clave durante todo el desarrollo infantil. Educar niños responsables exige que los pequeños entiendan qué se espera de ellos, hasta dónde pueden llegar, y hasta dónde no.
Hay padres que creen que los límites son negativos para los infantes. Nada más lejos de la realidad. Los chicos se desarrollan mejor en ámbitos rutinarios, en los que saben cómo reaccionar en cada momento según la situación.
Eso sí, los límites excesivos o las jornadas demasiado planificadas con numerosas barreras y obligaciones sí que no son positivas. Las prohibiciones constantes no ayudan. Sin embargo, unas reglas justas y negociadas sirven para mejorar la convivencia con los chicos.
A nadie le gusta no ser escuchado. Nuestros hijos son iguales. Tienen sus ideas, y necesitan expresarlas y, por supuesto, que sean escuchadas y entendidas.
Practicar la escucha activa y oír a nuestros pequeños no significa que les tengamos que dar la razón en todo. No obstante, sí es importante saber qué piensan, conocer su opinión y que sepan que prestamos atención a sus ideas, a sus sentimientos y emociones.
Una vez ellos tengan claro que les ofrecemos un espacio seguro para conversar con sinceridad, podemos negociar, aconsejar, etc. De lo contrario, se distanciarán y acabarán por cerrar los canales comunicativos con aquellos adultos en quienes no confíen.
Como padres y adultos, educar niños responsables exige la escucha constante y atencional. Incluso si lo que vamos a oír no nos gusta, es mejor estar ahí. De lo contario, contarán sus ideas más íntimas a otras personas, tal vez amigos y compañeros, y no podrán recibir un consejo adulto y maduro. Por eso hemos de ganarnos su confianza día a día escuchando con atención para que sepan que pueden contar con nosotros.
Es importante que, para educar niños responsables, estos sean conscientes de sus capacidades y méritos. La mejor manera de lograrlo es reconociendo tanto sus éxitos como sus esfuerzos.
Muchos padres tienen la teoría de que sacar buenas notas en el colegio es una obligación del infante. Por eso consideran que no se les debe reconocer tal mérito. Sin embargo, sus calificaciones escolares, por ejemplo, van asociadas a la perseverancia, al trabajo, al esfuerzo, al tesón… Y eso, ¿no merece la pena un premio?
No se trata de que los niños reciban premios constantemente por hacer las cosas bien. Pero sí que debemos reconocerle sus méritos. Si tiene su cuarto ordenado, si va bien en el cole, si es buen compañero y amigo… Todos esos detalles deben ser bien sabidos por los peques, pues les animan a seguir así, por ese camino positivo.
Otro de los errores comunes que cometen muchos adultos es no pedir perdón a los pequeños cuando se equivocan. Es una especie de demostración, mostrándonos ante los niños como seres ejemplares y perfectos… Y provocando una enorme frustración en los chicos por sentirse incapaces de estar a la altura de sus padres.
Así pues, educar niños responsables exige que, como adultos, si cometemos un error, nos tenemos que disculpar. Y es que, como personas mayores, predicamos con el ejemplo, como ya hemos comentado. Si queremos que los chicos se disculpen cuando fallan, debemos demostrar que todo el mundo se puede equivocar en algún momento, y que no pasa nada por pedir perdón por ello. Es la mejor manera de corregir aquello que hacemos mal.
El amor es siempre imprescindible en la crianza. Las demostraciones de cariño son muy agradecidas y bienvenidas por parte de los niños. Así pues, no debemos dejar nunca de recordarles lo que significan para nosotros.
Hay diversas formas de mostrar amor. Una palabra, un abrazo, una mirada, un roce… Sea como fuere, han de ser gestos que los peques interpreten como cariñosos, incondicionales.
Educar niños responsables implica que practiquemos el apego seguro. Hay muchas formas, pero este es el mejor, pues el que demuestra a los chicos cómo ser autosuficientes, seguros de sí mismos y de sus posibilidades.
Por todo ello, nosotros, como adultos ejemplares, practicaremos todo lo que aquí se ha expuesto, de manera que nuestros hijos entiendan que se les quiere, que son importantes y que tienen todo un mundo de posibilidades por delante.
Educar niños responsables es cosa de todos, pues vivimos en sociedad. Por eso, el coaching infantil es tan útil. Este tipo de metodología trabaja tanto con chicos como con adultos, para que, en equipo, creen el ambiente adecuado en la crianza.
Si necesitas ayuda para que tus niños crezcan sanos, felices y plenos, recuerda que aquí puedes encontrar a los mejores coaches del panorama actual. Juntos podremos hacer grandes cosas, ¡no lo dudes!
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